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  • Foto del escritorMirian Romero

YO DIGO #NOALBLACKFRIDAY

El black friday o viernes negro es uno de los eventos más consumistas del año. Un evento que incita a comprar productos por impulso y no por necesidad.


Y es que a veces olvidamos que cada producto que compramos ha pasado por un largo proceso de creación en el que se han extraido materias primas, se han transformado y han conseguido dar vida al objeto que tenemos delante. Necesitamos mucha energía, mucha agua (recordemos que estamos en tiempos de sequía) y combustible para producir eso que vemos tan bonito y espectacular en la estantería de la tienda esperando que lo compremos.



Tras usarlos, muchos de esos productos terminan en la basura mucho antes de que terminen su vida útil. Les damos un uso lineal y no circular en el que terminaríamos reutilizando, reparando, vendiendo o regalando ese producto antes de que termine en el contenedor de la esquina (en el mejor de sus casos).



Y es que cada año llegamos antes al Día de Sobrecapacidad de la Tierra. Ese día en el que nos hemos gastado todos los recursos que la Tierra es capaz de generar durante un año.


Entonces, ¿no puedo comprar nada el último viernes de noviembre si lo necesito y puedo además ahorrarme unos eurillos? Sí, claro que puedes. Pero siempre preguntandote primero si realmente lo necesitas.


El gran consejo: huye de las grandes empresas. Serán las que te ofrezcan mayor descuento por supuesto, pero ¿sabes a qué precio? Al precio de esclavitud laboral y tributar en otros paises mientras que el pequeño empresario, aquel al que acudes con tu curriculum cuando quieres encontrar trabajo se debate entre abrir mañana o echar el cierre porque sus vecinos deciden echarse tierra encima a ellos mismos.



Y recuerda: cambiar una tele de dos años porque hay una 2 pulgadas más grande en oferta no es ser responsable. Cmbiar de móvil porque han sacado un nuevo modelo cuando aún tiene vida útil por delante no es ser responsable. Comprar ropa a empresas en la otra punta del mundo y tirarla tras dos usos por su pésima calidad, no es ser responsable. Quejarse de que no hay trabajo en nuestra localidad, no es ser responsable. Es provocarlo con nuestros actos de consumo.





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